Tamara Sonia Pérez
Licenciada en Obstetricia. Secretaria de Asuntos Gremiales de ADOM.
María Angélica Veiga
Licenciada en Obstetricia. Presidenta de ADOM.
En conmemoración a los 50 años de trayectoria de la Asociación de Obstétricas Municipales (ADOM), intentaremos, por un lado, dar un reconocimiento a todas las mujeres, profesionales obstétricas, parteras, emprendedoras, trabajadoras, madres, esposas, docentes y gremialistas innatas, que sentaron las bases y pilares fundamentales de lo que nos enorgullecemos en denominar ADOM.
Por el otro, enaltecer a las que hoy, con las mismas características, buscan “a hombros de gigantes”, luchar por los derechos laborales y lograr la autonomía profesional para lograr que las que vengan el día de mañana puedan seguir escalando y conseguir el mismo objetivo que nos convoca a todas a ser parte de ADOM: el reconocimiento profesional.
Con nuestro relato, buscaremos brindar información, homenajear colegas y despertar el espíritu crítico de cada lector/a ya que como en todo proceso histórico, se despiertan aspectos subjetivos de los cuales nosotras, las autoras, no estamos exentas.
No se puede vivir el hoy y proyectar en el mañana sin primero poner a consideración nuestro pasado. Realizar este ejercicio nos permitirá, sin realizar juicios de valor, aprender, aprehender y seguir avanzando. Para ello, es necesario considerar que los acontecimientos sociales, económicos, políticos y culturales siempre repercuten en las instituciones, trayendo consigo cuestionamientos, por lo tanto, es lógico pensar que una institución, la cual no es ajena a éstos, debe acompañar esta evolución. De mantenerse sin innovar, no crece, y por tal motivo, es importante trabajar sobre la base que dichos cuestionamientos suponen una revolución generada por rupturas de regularidades, estereotipos o normas. Esto puede ser vivenciado de manera positiva o negativa, generando, a nuestro modo de ver, crecimiento o disgregación según las herramientas de las que disponen quienes dirigen esas instituciones. Para ello, consideramos pertinente enmarcar brevemente el contexto de los inicios y crecimiento de ADOM.
Históricamente se nos han adjudicado a las mujeres los roles de cuidado, tareas domésticas, reproducción de la especie humana y crianza, invisibilizando nuestro accionar en aquellos ámbitos ajenos a estas tareas y el sindicalismo no escapa a esta dinámica. Culturalmente se nos ha puesto en un rol pasivo, de sumisión y de dependencia. Hemos crecido con discursos que fundamentan estas características y, aún hoy, seguimos escuchando dichos tales como: “Sexo débil”, el cual está definido por la Real Academia Española como un conjunto de mujeres; “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”; “…Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre…” (Cap. II del Génesis), sólo por mencionar algunas. La universalidad masculina del lenguaje en la literatura también ha contribuido a la invisibilización de las mujeres en la participación activa de diferentes sucesos de relevancia histórica como las guerras, las luchas y los reclamos, y le ha delegado un rol protagónico en los relatos de historias románticas: mujeres indefensas que necesitan de la protección de un otro, varón. Considerando esta línea, es que insistimos con la reivindicación del rol de las mujeres en la Actividad Sindical, teniendo en cuenta los tiempos que corren, donde pareciera haber una intencionalidad por querer encasillar a las mujeres en una época del pasado que creíamos superada.
Antes de introducirnos en nuestra Asociación queremos contextualizar las fechas y mencionar a dos mujeres que han sido pioneras en el sindicalismo desde sus orígenes en nuestro país.
– Virginia Bolten, anarquista, sindicalista y Feminista argentina. Nació el 26 de diciembre de 1876 en la ciudad de San Luis. Murió el 23 de julio de 1969. “Si vosotros queréis ser libres, con mucha mayor razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del varón; ya se acabó aquello de: “Anarquía y libertad, las mujeres a fregar”.
– María Bernaviti de Roldán, fue la primera mujer elegida como delegada sindical en la empresa frigorífica Swift, fundadora del Sindicato de la Carne Argentina y fundadora del Partido Laborista de Argentina que dio origen al peronismo. Nació en Bs. As. el 25 de diciembre de 1908. Murió el 06 de julio de 1989.
Según la recopilación histórica que realizamos para este relato, pudimos observar que los cambios por los que hemos atravesado las Obstétricas, no sólo en la profesión, sino y fundamentalmente en nuestra Asociación, siempre han fortalecido a la misma, a un alto costo que han tenido que soportar, o hacer frente, sus integrantes dirigentes, debiendo demostrar capacidad, habilidad y aptitud para poder salir victoriosas. Otro aspecto a considerar es que quienes dirigían y dirigen la institución, debían y deben tener presente que crisis y conflictos no son sinónimos, y que, frente a una crisis con una mala dirigencia, se puede terminar en un gran conflicto, dicho de otro modo, en el quiebre de la institución.
El 31 de agosto de 1974 se crea la Asociación Civil de Obstétricas de la Municipalidad de Buenos Aires. La misma, nace conformada por un grupo de mujeres, dependientes en aquel entonces, de la Municipalidad, que se reunieron para reclamar por los derechos laborales, enmarcadas por un lado, en un ámbito institucional médico hegemónico (mayoritariamente masculino), y por el otro, un ámbito social con una fuerte impronta sindicalista masculina en un contexto político caracterizado por el fallecimiento del Presidente Juan Domingo Perón, y asumiendo su cargo la Vicepresidente y esposa, María Estela Martínez de Perón.
Estas pioneras Obstétricas se reunieron con el objetivo principal de patrocinar en defensa de los intereses profesionales, entre otros tantos, y casi con timidez, lograr el reconocimiento de la profesión en un ámbito mayoritariamente médico-masculino.
No solamente debían posicionarse desde un lugar diferente al que cumplían en sus lugares de trabajo para el reclamo laboral, sino también hacia las propias trabajadoras, las cuales no eran distintas a ellas en lo referente a la formación y los conceptos hegemónicos del ejercicio profesional. El 18 de noviembre de 1974 logran conformar la primera Comisión Provisoria hasta conseguir la Personería Jurídica que llegará recién el 31 de agosto de 1983. Durante esos casi 9 años de espera activa, se producen jubilaciones y fallecimientos que las lleva a ir realizando movimientos en los cargos dirigentes. Por fin, ya con personería y estatuto correspondiente, el 16 de marzo de 1984 queda conformada la Comisión Directiva Estatutaria por un período de 2 años.
Desde hace décadas, estamos regidas por la Ley 17.132, ley de facto, que regula el ejercicio de la medicina y en ella, en su Título VII de los “colaboradores”, la cual deja en evidencia el rol de las Obstétricas y Licenciadas Obstétricas en relación a profesionales médicos/as en la asistencia del embarazo, parto y puerperio normal. Consideramos importante resaltar el contexto social en el que nos encontrábamos cuando se sanciona dicha ley para poder intentar comprender, de acuerdo a la época, la figura médica por sobre el resto de las profesiones, siendo sancionada el 24 de enero de 1967 bajo el gobierno de Onganía.
Hace varios años atrás, formar parte de ADOM, era ser parte del grupo “selecto” de sindicalistas donde, quien quisiera involucrarse, siempre era bienvenida y felicitada por el interés en este ámbito solo transitado por profesionales con amplia trayectoria en la profesión, es decir, no era habitual el interés, mucho menos la formación, de las “jóvenes” en este tipo de actividades.
Las circunstancias culturales, sociales y políticas que mencionamos anteriormente, se vieron reflejadas en el accionar diario de nuestra actividad dentro de ese grupo de trabajo y dentro del ejercicio profesional. El verticalismo de donde se gestaron y crecieron, era transmitido en el ejercicio de la actividad sindical e institucional. En este punto, nos parece importante recordar a Nietzsche cuando menciona que “la Historia debe ser enfocada nada más como un problema de conocimiento y no de análisis”, ya que en la actualidad no nos encontramos inmersas en ese contexto, no es válido el juicio de valor, así como las características actuales, no deberían ser juzgadas en un futuro, pero lo que sí nos permite, es tener un pensamiento histórico constructivo.
Sobre la base que los cambios suceden afuera, pero la transformación ocurre dentro, nosotras, las autoras, decidimos y logramos ingresar oficialmente a la Comisión Directiva y, ya posicionadas desde otro lugar (como se menciona coloquialmente, en la cocina misma), tuvimos la necesidad de focalizar cuál podía ser el aporte en este crecimiento institucional y profesional. Particularmente nos habíamos propuesto el primer objetivo: tomar los conocimientos que se nos daban, conocer el terreno e intentar tener una lectura crítica de los acontecimientos para posteriormente lograr cierto conocimiento y así gestionar el cambio no solo institucional, sino también mejorar la percepción de las trabajadoras hacia nuestra Asociación. Si esto no fuera posible, nos conformaríamos con, por lo menos, romper con la INDIFERENCIA de las colegas en esta área. Es entonces cuando sentiríamos que nada fue en vano.
Hoy, 50 años después, los gobiernos, la sociedad y las instituciones cambiaron, el ejercicio de la profesión se adecuó a las necesidades de la población, la currícula se perfeccionó acorde a los avances científicos, la medicina acompañó este proceso, las organizaciones internacionales ya han demostrado la importancia de la promoción y prevención en salud (pilares fundamentales de Lic. en obstetricia), y la importancia del trabajo inter y transdisciplinario para el logro de los objetivos. Las obstétricas seguimos bajo la ley “del arte de curar”, dentro de un marco legal obsoleto para los tiempos que corren que tristemente logramos confirmar que a nadie le conviene modificar. Claramente las condiciones de trabajo han cambiado y ADOM, es decir, esas mujeres luchadoras, han actuado en consecuencia. Claro es el ejemplo de las múltiples gestiones para lograr la personería gremial, entendiendo que una asociación civil ya no estaba a la altura de las circunstancias.
Comenzó entonces una ardua tarea administrativa que llevó años, dentro de esas gestiones se encontraba la modificación del estatuto para adecuarlo a una asociación gremial. Es, en esta instancia, que se modifica, entre otras cosas, el período de mandato de las Comisiones Directivas de 2 a 3 años.
Desde el 2013, cuando obtuvimos la tan ansiada personería gremial, empezamos a tener que familiarizarnos con términos tales como: democracia institucional, representatividad, consulta no vinculante, delegadas, estatutos, asesores legales, política, tutela sindical, diferencia entre sindicato y gremio, y otros tantos que complejizan, pero a la vez revalorizan las relaciones con el empleador y hasta con las propias afiliadas. ADOM logra ser, hasta el día de hoy, la primera y única asociación gremial de Obstétricas y Lic. en Obstetricia de la República Argentina.
A nivel Nacional, se habla de políticas sanitarias, pero nuestra regulación actualizada del ejercicio profesional, pareciera no convenir. Será porque nuestras antecesoras nos enseñaron a no transar, porque aún conservamos nuestros ideales y somos fieles y coherentes con ellos. Claro es el ejemplo que podemos observar en el Anexo I, las trabajadoras nos hemos ido renovando comisión tras comisión, pero se sigue sosteniendo el reclamo justo de la ley de ejercicio profesional, y éste es sólo un ejemplo de muchos tantos, que sin importar lo partidario, ADOM siempre conservó la misma política, la del bien común y colectivo.
Otra razón por la que seguimos después de 57 años con la misma ley de Ejercicio Profesional, podría ser que no aprendimos aún a ser políticamente correctas, en este caso, seguiremos no siéndolo, ya que pareciera que lo político no se condice con lo social, y nosotras estamos fuertemente comprometidas con lo segundo.
Somos conscientes que nos encontramos en una de las más importantes transformaciones del pensamiento de nuestra Asociación, claramente dada por los cambios sociales en la cual nos encontramos inmersas y crecemos. A la propia sindicalista le cuesta generar el cambio externo porque aún no es consciente de sus propios derechos, no solo como mujeres, sino como trabajadoras y gremialistas, de sus obligaciones para con las afiliadas y del poder que tenemos como institución para generar modificaciones en un nivel superior, en nuestro caso, el empleador.
Cuando hablamos de cambio de paradigma interno nos referimos a las Obstétricas, como en nuestro caso, que evidentemente ya hicimos un cambio personal que nos llevó a incluirnos en un sindicato, a reclamar, a exigir, a pensar distinto, a debatir consciente o inconscientemente, sabemos que podemos reclamar autonomía en el ejercicio de la profesión, pero cuando debemos enfrentarnos al “adversario” parecería que vuelve a la mente el proceso de sociabilización aprendido/aprehendido (el poder lo tiene “el/la otro/a”).
Para sortear esta dificultad, a través de una construcción de años, se logró armar Comisiones Directivas que incluyeran profesionales con trayectoria en la actividad institucional y profesionales jóvenes, con ideas “revolucionarias” para entre ambas, armar y consensuar proyectos en beneficio de la profesión. Actualmente logramos sortear uno de los obstáculos que a nuestro entender es el más difícil de desarraigar: lo nuevo vs. lo viejo/ las grandes vs. las jóvenes/ las que enseñan vs. las que aprenden, para crecer juntas y terminar con el miedo.
Nos tomamos el atrevimiento de realizar un análisis de este resultado de 50 años de trayectoria, identificando a las profesionales Obstétricas y diferenciándolas en 4 grupos, con el objetivo de focalizar la debilidad, visibilizar, e intentar trabajar en la medida de nuestras posibilidades en cada una de ellas logrando de esa forma, fortalecer no solo a la institución, sino también a la profesión:
- Las primeras, son aquellas que no se involucran en ningún aspecto de la actividad sindical. Como dice Antonio Gramsci, la indiferencia opera potentemente, pasivamente, pero opera. Aún no pudieron hacer consciente el poder de la fuerza, la unión. Reciben los resultados positivos de la lucha y critican fuertemente los negativos y se justifican en ellos para no sumarse a la asociación. No son, ni quieren ser, parte de ella. Se cobijan bajo el ala de los hombres que, según ellas, son los luchadores natos y los que consiguen las grandes victorias, sin darse cuenta que no les dan nada, solo lo que sobra. No somos quién para culpabilizar, encontramos en ellas una debilidad en la formación, es decir, en nuestra currícula que como hemos mencionado anteriormente, ha tenido un gran avance y se ha ampliado enormemente, pero a nuestro humilde entender, no tiene incorporado el espíritu corporativo, el gremial y sindical. En el ámbito que desarrollamos este relato, la corporación es un pilar fundamental, sin él, nada tiene sentido.
- Las segundas, son profesionales que participan sindicalmente, pero lo hacen desde la sola afiliación, no teniendo ninguna otra participación. Es un grupo que parece dormido. No son reticentes, pero tampoco toman partido del cambio. Si bien es relevante considerar que la “sola” afiliación, para una institución es sumamente importante ya que la misma se mueve o pesa por su número, no se involucran en la toma de decisiones. Sobre ellas será importante un trabajo de concientización. Dieron el primer paso que es el apoyo, pero les queda dar el segundo: el compromiso de opinar e involucrarse, jugarse. Una asociación se fortalece con su número, pero fundamentalmente con la movilización y la intervención de las bases.
- Las terceras, son aquellas profesionales que además del apoyo institucional a través de la afiliación, participan haciendo llegar sus reclamos al sindicato que las nuclea, entendiendo que algo hay que cambiar, luchar y lograr. La crítica, en profesionales comprometidas, siempre es constructiva, pero queda un grupo menor, que reclama al sindicato una pelea por el reconocimiento profesional sin querer entender que el sindicato lo conforman las múltiples profesionales entre las cuales ellas están incluidas. Reclaman compromiso y dedicación que no estarían dispuestas a brindar. Consideran que la Asociación se organiza en dos: por un lado, las trabajadoras (afiliadas) y por el otro, la Comisión Directiva (sindicalistas). Sobre ellas nos queda un trabajo de corporatividad, para que puedan incorporar el concepto y entender que no existe el “ellas y nosotras”.
- Las cuartas, llamadas sindicalistas-gremialistas. Somos aquellas que participamos desde la afiliación, desde el debate, la crítica, el compromiso, la responsabilidad, el enojo, la impotencia, ponemos de nosotras mismas el tiempo, el alma y el cuerpo. La presión continua, sin apoyo, es insostenible. Se trabaja con lo que sabemos, escuchamos, leemos y nos enseñaron. Con lo que razonamos, conjeturamos y cuestionamos. Somos las que el resto considera que “tenemos el saber”. Este saber que ha sido logrado por los años de experiencia y permanencia en la Asociación, pero fundamentalmente por la desidia del resto, lo cual genera una importantísima responsabilidad. Tenemos a cargo decisiones que se tomarán para el bien común que no fueron explícitamente pedidos.
En reiteradas oportunidades nos planteamos que tenemos claro de dónde venimos, pero, ¿A dónde vamos? De una profesión autónoma y de gran reconocimiento como lo fue la de comadrona, fuimos desplazadas y disgregadas por la institucionalización y medicalización del nacimiento. Gracias al esfuerzo de nuestras antecesoras, hemos logrado el reconocimiento que nos habíamos propuesto al incorporarnos y lograr un cargo de relevancia en ella, pero somos conscientes que el verdadero cambio entre colegas y las instituciones no se pueden imponer, sino que lo debemos construir.
Siendo consideradas por la Organización Mundial de la Salud como recurso humano idóneo para la reducción de la morbimortalidad materna y perinatal, se hace difícil reclamar nuestros derechos a quienes dicen acompañar y entender el reclamo, porque al momento de solicitarles que reflejen el apoyo en actos concretos, todo se dilata y desvanece.
A medida que transcurrieron nuestros años en la Asociación, logramos ver orgullosamente los cuestionamientos de sus integrantes, vivenciados como una lucha entre el DEBER HACER complaciendo al patriarcado y el PODER HACER logrando la autonomía personal, profesional e institucional.
Entendimos que el poder no es mala palabra, pero implica posicionarse en determinado lugar para “enfrentarse” al sometimiento en este caso. Este enfrentamiento es doblemente trabajoso, por lo menos lo fue y es para nosotras, una mujer-obstétrica que parece que deberá dar una especie de examen cada vez que realice un reclamo a las autoridades, algo así como una justificación minuciosa y detallada, y por sobre todas las cosas, muy bien fundamentada. Comprendimos que deberemos buscar una referencia bibliográfica, hacernos expertas del tema en cuestión y debiendo tener en consideración posibles cuestionamientos, no solo de nuestro empleador, sino también de nuestras propias compañeras donde hemos llegado a recibir como justificativo un: “siempre se hizo así”.
Estas situaciones que podríamos haberlas tomado como negativas, las supimos capitalizar y transformarlas en positivas, pudiendo desarrollar múltiples estrategias de negociación teniendo en consideración el/la interlocutor/a.
Por otro lado, tendremos a un/a “otro/a” evaluando nuestro discurso para aprobar o desaprobar, quienes nos darán el veredicto final y será considerada palabra mayor para la mayoría de nuestras colegas en general y en muchas oportunidades para las mismas sindicalistas, nuestras compañeras de trabajo.
El sindicalismo en ADOM, para lograr una mejor comprensión, lo podríamos graficar con un paralelismo al maternaje: en sus comienzos, el sindicato, te cuida, reclama por tus derechos, te cuenta sólo aquello que sos capaz de entender, silencia lo que te puede perjudicar. Pero como dijimos en reiteradas oportunidades, la profesión creció. El mercado laboral cambió. La mujer trabajadora cambió y se independizó. El crecimiento profesional/institucional trajo conocimientos y éstos, cuestionamientos que en algunas instituciones patriarcales (ADOM no está exenta), evidenciaron estos cambios como posible pérdida de poder.
Cuando nos referimos a instituciones patriarcales, es importante tener presente, en el caso de ADOM, su historia evolutiva, donde encontramos el mismo modus operandi que el sistema exterior que tanto criticamos: poder hegemónico de “las que saben y las que no saben” = “Comisión Directiva y afiliadas”.
¡Hoy, las afiliadas preguntan, cuestionan y opinan!
Generar la participación es uno de nuestros principales objetivos, pero esta participación debe ser responsable, coherente y acorde a las pautas sociales y políticas del país, para ello, es decir, para que la participación sea libre y responsable hay que brindar información, de lo contrario, la consulta a un grupo de profesionales indiferentes o desinformadas, genera respuestas poco políticas y en la mayoría de las circunstancias, no aplicables.
Esto trae como consecuencia que la Comisión Directiva tendrá que tomar decisiones que claramente no son el fiel relato de la individualidad que exprese cada afiliada, generando malestar o descontento no solo a la profesional que siente que no fue escuchada o respetada en su decisión, sino en la propia conducción que se encuentra decidiendo sola, bajo la presión de las trabajadoras y el empleador.
Allá vamos, hacia el respeto por la diversidad, no solo de las mujeres, personas gestantes y familias con las que trabajamos diariamente, sino también hacia las profesionales que opinan, sienten y disienten, hacia el resto de los compañeros/as, de esta y otra profesión.
Tenemos la camiseta puesta de una institución que crece y como tal, atraviesa sus crisis vitales las cuales solo nosotras, sus integrantes, podremos y sabremos atravesar dignamente. Dependerá de la capacidad de resiliencia para resistir y/o recuperarnos, para visibilizar aquello que nos calla, de deconstruir lo aprehendido y comenzar a construir sobre nuevos lineamientos acorde al cambio de paradigma que nuestra sociedad está demandando, porque no fuimos, no somos ni seremos ajenas a estos procesos, y estos nos permiten seguir creciendo como persona, como profesional y por carácter transitivo como Asociación.
Nos queda un desafío: para poder atravesar lo anteriormente descripto, y tal como lo mencionamos al comienzo, son necesarias herramientas, descubrir ¿qué son? ¿Quiénes las aportan? ¿Cómo se incorporan? Será la clave del éxito, o por lo menos el nuestro, cuando hayamos logrado que cada Obstétrica de CABA se involucre de alguna manera en la profesión que eligió por vocación y para vivir, entendiéndose que, el todo es mayor a la suma de las partes, esto es trabajo en equipo.
Esto es ADOM.
Un especial agradecimiento a todas las afiliadas de ADOM que nos dieron la oportunidad de poder modificar el camino para realizar otro intento, a poder tropezar para saber que por ese lugar no conviene transitar, a continuar con lo que algunas compañeras empezaron y poder dejar un ladrillo más en nuestra Asociación.
Gracias a las colegas que nos regalaron sus saberes de manera altruista, con el único fin de darnos envión, siendo conscientes que ese impulso implicaba que se tuvieran que correr de lugar.
Gracias a todas esas Comisiones Directivas que, sin su historia, hoy, no tendríamos nada que contar ni aprender.
Ver Anexo I: Comisiones Directivas a través de los años
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